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Ficha Impacto Súbito

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Críticas de Impacto Súbito (1)


Mad Warrior

  • 14 Oct 2022

8



Unos atracadores siembran el pánico en una cafetería, amenazando a los clientes y trabajadores, incapaces de defenderse...
De repente aparece él, Harry Callahan, impertérrito, y con voz firme anuncia ¨Nosotros no consentiremos que os vayáis¨.

Tras desenfundar su mágnum y acabar con casi todos los criminales, se acerca al único de la banda, le clava su mirada y le espeta ¨Anda, alégrame el día¨. Momento mítico donde los haya en la Historia del cine (y aunque esas palabras ya fueran pronunciadas, aunque con sus variaciones, por Gary Swanson en ¨La Jauría del Vicio¨, realizada un año antes) que significaba una cosa muy importante: el inspector de San Francisco volvía, por fin, y más duro y expeditivo que nunca.
Habían pasado siete años desde que Eastwood se metiera en la piel del agente en ¨The Enforcer¨, que, a pesar de contar con una trama interesante y grandes dosis de acción, era la entrega más floja de la saga hasta el momento (luego llegaría ¨La Lista Negra¨ y se posicionaría la primera), donde aparecía un Callahan despojado de su identidad, cercano a la autoparodia y sucumbiendo a la corrección política que tan ansiosamente pedían los críticos de la época al actor/director. Sin embargo, y por suerte, éste tendría la oportunidad de resucitar al personaje con la dignidad y dureza que se merecía, la que fue perdiendo desde ¨Magnum Force¨, tras los sonados fracasos de ¨El Aventurero de Medianoche¨ y ¨Firefox¨.

Y lo haría tanto delante como detrás de la cámara a partir de la historia de Charles Pierce y Earl Smith, donde se narraba el brutal y justo castigo que una mujer aplicaba a los indeseables que diez años atrás habían violado a su hermana pequeña, ahora en estado vegetativo; un ¨thriller¨ al estilo del ¨Ángel de Venganza¨ que iba a realizarse con Sondra Locke, pareja de Eastwood entonces, de protagonista (ello justifica el que su personaje adquiera más importancia que Callahan), pero que el escritor Joseph Stinson terminó adaptando al universo del celebérrimo policía.
Tras un intenso y oscuro prólogo próximo a una intriga de DePalma (¨femme fatale¨ rubia incluida), cuyo estilo se mantendrá durante todo el film, volvemos a ver a un Harry entrado en años pero sin haber modificado su tren de vida (¨Callahan es la constante de un universo cambiante¨); esta vez no tiene más remedio que tomarse unas vacaciones lejos de una San Francisco donde el crimen es algo que sigue a la orden del día, pues las amenazas contra su persona van en aumento. Pero antes de su partida la película se tomará mucho tiempo con los protagonistas de manera individual para que su futuro encuentro resulte más o menos creíble.

Esta vez el plano aéreo con el que siempre finalizaban las entregas de la saga sirve para trasladarnos a otra ciudad, San Paulo (lejos de descansar, Callahan se enfrenta a un atracador nada más llegar), y las coincidencias le llevan a cruzarse con la desconocida mujer justiciera, una habilidosa artista que se está cobrando su venganza y que tiene desconcertada a la agencia de policía, sobre todo al adusto jefe Jannings, quien reniega de ese oficial de ciudad intruso (al igual que ocurría en ¨La Jungla Humana¨, solo que esta vez un policía de ciudad llega a un pueblo). Reinvención de la saga al tiempo que recuperación de su máxima, gracias a Jennifer, reflejo del propio policía, su inhibido liberado, que impregnaba todo el discurso de la primera parte: la justicia y la ley van por distintos caminos.
La ley inclinada del lado de la tolerancia y, en última instancia, de la corrupción, olvidando quiénes son los criminales y quiénes las víctimas, por lo que aplicar justicia es el único camino de hallar una paz y un equilibro que el iluso sistema judicial impide constantemente. Esa es la vía que le queda a Jennifer, desamparada, olvidada y dispuesta a cruzar al ¨otro lado¨, incluso si eso significa autodestruirse (atención a la escena en la que dispara a su reflejo en el espejo), para así ocupar su lugar entre los indeseables, los desalmados, pues en ella ya no existe ni un solo rastro de fe, la cual, por otro lado, recuperará gracias a Callahan (quien se olvida de perseguir terroristas o asesinos para introducirse en una trama de venganza personal justificada).

¨Impacto Súbito¨ deja intrigas sociopolíticas y se revela más sombría, sórdida e intimista que sus predecesoras; la oscuridad envuelve desde el principio tanto a la ¨hitchcockiana¨ trama, llena de suspense e intriga y más emparentada con el debut de Eastwood, ¨Escalofrío en la Noche¨, que con las anteriores entregas de la saga (quedando a años luz de aquella ¨The Enforcer¨), como a Callahan, a quien se le devuelve toda la fuerza, socarronería y carisma de antaño, esa que logró que le entendiéramos y admirásemos como implacable defensor de los débiles; aunque sin olvidar las correspondientes dosis de acción, violencia y humor, aquí reducido al mínimo.
Acompañando al actor/director, que maneja con nervio constante el misterio y la tensión, está una ambigua y enigmática Sondra Locke en uno sus mejores papeles (el último que realizaría junto a él) y a algunos de sus viejos colaboradores como Pat Hingle, Bradford Dillman y Albert Popwell, estos dos últimos habiendo aparecido en ¨The Enforcer¨ (aunque no les veríamos en la innecesaria 5.ª entrega). En el apartado técnico destaca la música de Lalo Schifrin y el gran trabajo de fotografía del veterano Bruce Surtees, que tiende a la oscuridad perpetua y envolvente.

Vuelta a las raíces desde un punto de vista innovador; a pesar de su algo mediocre final, ¨Impacto Súbito¨ se posiciona directamente tras la original y Eastwood coloca a su álter-ego frente al espinoso tema de la violación, demoliendo de nuevo la falsa imagen reaccionaria que todos tenían de él.
Y sobre todo queda como un pequeño gran clásico del ¨thriller¨ de los 80, de alguna manera anticipando la próxima ¨En la Cuerda Floja¨, donde por fin Harry, con otro nombre, haría frente a sus demonios interiores.



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